miércoles, 7 de diciembre de 2011

Muchos hemos leído El hobbit, pero muy pocos han leído El hobito

Hace ya algún tiempo comenzó a cobrar notoriedad El hobito, que no es otra cosa más que la primera traducción que se hizo del mundialmente famoso hobbit al español. J. R.R. Tolkien, según se dice, escribió el libro para que únicamente lo leyeran sus hijos, lo que resulta difícil de creer, porque fue a parar a manos de un editor que se interesó en él. El hobbit fue publicado en 1937 en el Reino Unido y pronto encontró cabida en el gusto de los niños, para quienes estaba dirigido, y también en el de los adultos.
Debido a la fama del libro, las editoriales interesadas en traducirlo asomaron por todas partes. En Argentina los derechos para su publicación en español fueron adquiridos por la familia Muchnik, propietaria  de Fabril Editora, y la traducción corrió a cargo de Teresa Sánchez Cuevas. A finales de 1964 salió a la venta El hobito, al parecer causando polémica porque al propio Tolkien no le agradaba la traducción. Pero la cosa no pasó a mayores. El libro sencillamente no tuvo éxito. En esa época Latinoamérica estaba demasiado caliente por los cambios políticos y el medio por el cual éstos se llevaban a cabo como para que los lectores se interesaran por una novela fantástica para niños escrita por un ingles.
Desconozco -y vaya que me gustaría saberlo- de cuántos ejemplares constó la edición, pero lo cierto es que el libro quedó en el olvido. Sería hasta 1982 cuando Minotauro, con traducción de Manuel Figueroa, pondría nuevamente a disposición del público hispano la novela, y entonces sí comenzó el éxito que aún conserva y que sabe Dios cuánto crecerá ahora que vengan las películas. Y esa gran fama que ahora tiene El hobbit en la hispanidad, es la que ha hecho que surja el interés por El hobito, la primera publicación de la cual un ejemplar sería el sueño de cualquier fanático de Tolkien -yo entre ellos- y que ahora se encuentra con unos pocos privilegiados.

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