lunes, 5 de marzo de 2012

La espada rota, de Poul Anderson

Se dice que desde que Tolkien publicó El Señor de los Anillos en adelante todos los que han escrito novelas fantásticas están influenciados, en mayor o menor medida, por él. Decir tal cosa es aventurarse demasiado aunque no podemos negar lo que significa Tolkien en el género al que hizo grande, pero en muchas obras,  algunas muy buenas, no se ve una pizca de su influencia. 
En 1954, el año en que salió a la luz La Comunidad del Anillo, un joven norteamericano llamado Poul Anderson publicó una novela titulada La espada rota, obra que no pudo haber recibido, por tal razón, influencia alguna de El Señor de los Anillos y que no por eso deja de ser buena. Pero, en honor a la justicia, en esta novela bastante bien escrita y de calidad notable sí puede encontrarse en algunas partes una ligerísima influencia de El hobbit, que ya para entonces llevaba varios años en las librerías.
La espada rota nos ofrece la historia de Skafloc, el ahijado de los elfos, un humano que por obra y gracia de la venganza termina siendo crucial en una milenaria guerra entre elfos y trolls y también objeto que los dioses utilizan para llevar a cabo sus extraños designios. La historia está situada en la época vikinga, en el siglo IX. Anderson, aunque norteamericano, era de ascendencia escandinava y usó la mitología nórdica, la cual conocía muy bien, para enriquecer su novela. 
El día que Skafloc nace no es bautizado de inmediato porque su padre, Orm, un vikingo afincado en Inglaterra que se había convertido al catolicismo sólo por conveniencia, no lleva buenas relaciones con el sacerdote local. Una bruja que odia profundamente a Orm porque mató a su familia, informa de tal hecho a Imric, conde de los elfos de Inglaterra, y éste, queriendo apoderarse de un niño humano por las ventajas que podría traerle, al saber que no está bautizado y que por lo tanto no goza de la protección divina, decide apoderarse de él.
Imric se lleva a Skafloc, pero no queriendo levantar las sospechas de su familia para que no reclamara justicia a su Dios, decide cambiarlo por otro niño idéntico a él. Para ello acude a Gora, su prisionera desde hace nueve siglos y que a su vez es la hija de Illrede, rey de los trolls. Imric y Gora engendran, con total ausencia de romanticismo, a un niño que nace al instante y que llevará el nombre de Valgard.
Skafloc, educado entre los elfos, se transforma en un joven virtuoso, de nobles sentimientos, diestro en el uso de la magia además de guerrero casi invencible. Valgard, su doble, también llega a ser un hombre muy fuerte, experto en matar, pero, al contrario de Skafloc, su maldad no conoce límites.
Cuando inicia la guerra entre elfos y trolls, Skafloc se distingue como uno de los mejores guerreros elfos, y Valgard, después destruir a su familia adoptiva, se presenta ante el rey de los trolls y éste lo reconoce como su nieto y lo integra en su ejército. Así es como aquéllos que son idénticos físicamente sin ser hermanos, se conocen, se odian y se enfrentan a muerte.
Valgard, pese a su maldad y al daño que causa a su paso, es el personaje que más interés despierta en la novela, porque constantemente está cuestionando sus aterradores actos. En algún lugar de su podrido corazón ama a su familia adoptiva y se arrepiente de haberle hecho tanto daño, por ello su mente siempre está en conflicto. Skafloc, por el contrario, pese a ser el protagonista, es el típico héroe bueno sin defectos y lleno de virtudes que ya aburre, aunque, aun así,  héroes como él siguen apareciendo en las nuevas novelas que se publican.
Es lamentable que al autor no se le haya ocurrido un final mejor, más bien elaborado, con más sentimientos encontrados. Tenía todo para darnos un buen final y no se inclinó por la mejor opción, para mi gusto.  Pero viendo lo bueno y lo malo de la novela no puedo menos que decir que vale la pena leerla, siempre y cuando al lector no le desagraden las novelas que retratan el sufrimiento y la crueldad tan propios de la guerra y de tiempos remotos. Los lectores de Crepúsculo probablemente echarían el libro por la ventana para acto seguido meterse debajo de su cama. 

Calificación: buena, regular, mala, infumable. 

4 comentarios:

  1. Me suena el título pero nada más. Parece una buena novela, aunque me imagino que será otra más entre tantas de su estilo. A primera vista lo veo como una lectura agradable e interesante, pero seguramente carente de ese brillo que caracteriza a las grandes historias. Me gusta tu reflexión sobre los personajes, pues estoy completamente de acuerdo. Siempre prefiero personajes profundos y realistas a los típicos héroes perfectos, carentes de defectos, que aunque en cierto modo nos gustan también dan muy poco jugo a la historia. Y en cuanto a lo de la falta de edulcorantes de este tipo de novelas sobre la dura realidad de la guerra y esas épocas, me parece algo indispensable. El que no sea capaz de soportarlo, que se ponga a leer... Crepúsculo? ;)

    Un abrazo,

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  2. Es una buena novela sin ir más allá. Es difícil encontrar obras maestras en estos tiempos, pero espero pronto poder recomendarte una de la cual esté seguro que vas a disfrutar mucho.
    Un abrazo

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  3. Es cierto, descubrí su existencia y me picó la curiosidad, por eso de fechas e imposible que sea copiado.
    Me gustó, aunque me resultó imposible no comparar, esta vez, de forma injusta.
    Besos

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  4. La verdad es que no me suena de ná. Y estoy totalmente de acuerdo contigo, los personajes planos (muy buenos/muy malos) no sirven para nada. Normalmente suelen ser más interesantes los malos, por eso de conocer sus motivos, su pasado, tienen más chicha literaria ^^

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